En medio del Pacífico, entre Japón y EEUU, existe una isla de plástico, hecha literalmente de plásticos, y del tamaño de Francia y se cree que contiene unas cien millones de toneladas de desperdicios.
En 1999 se advertía de la existencia de densidades excepcionalmente altas de residuos plásticos flotando en lo que se llama el Giro Central del Pacífico Norte. Ésta zona es un área de convergencia, dónde las corrientes oceánicas, que giran en el sentido de las agujas del reloj, actúan como un mecanismo de retención impidiendo que los desechos plásticos se desplacen hacia las costas y se acumulen. Podría decirse que se trata de una gigantesca corriente superficial en forma de remolino.
El mayor problema de esto, es que los pequeños trozos de plástico están afectando a la cadena alimenticia del océano al mezclarse con el plancton. Las ballenas, los peces y los pájaros que comen éste plástico se ven trágicamente afectados por la falta de nutrientes y otros problemas peores. Además, el estudio llamaba la atención sobre un dato sorprendente: "la cantidad de plásticos frente a la cantidad de plancton presente en esta zona era de seis a uno".
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