" Las tres grandes incógnitas del conocimiento son el origen del universo, el origen de la vida y la mente humana"






sábado, 11 de diciembre de 2010

MAS DATOS SOBRE LA EVOLUCIÓN HUMANA

Un equipo de científicos británicos sostiene que los primeros ancestros de la humanidad no caminaron arrastrándose sobre sus nudillos antes de dominar la caminata en dos patas, sino que aprendieron a caminar erguidos mientras vivían en los árboles. Esta postura contradice la creencia de que los humanos fueron evolucionando y pasaron de ser criaturas similares a chimpancés que descendieron de los árboles para recorrer las praderas del este de Africa utilizando sus nudillos como apoyo antes de adoptar lentamente la postura erguida de los seres humanos modernos.

La teoría marca un dramático giro en el pensamiento evolutivo, que sugiere que algunos de nuestros primeros ancestros habrían comenzado a caminar en dos patas hace 24 millones de años, en lugar de poco después que el linaje humano se separó de los chimpancés hace cerca de 6 millones de años. Sugiere también que los primeros humanos se adaptaron rápidamente a los paisajes abiertos perfeccionando las habilidades básicas para caminar que habían adquirido para moverse por el bosque.

El equipo, liderado por Robin Crompton de la Universidad de Liverpool y Susannah Thorpe de la de Birmingham, sostiene que nuestros ancestros que saltaban de rama en rama aprendieron a caminar en dos patas porque esto los ayudaba a llegar a ramas más lejanas manteniendo al mismo tiempo las manos libres para tomar frutas maduras. Esta táctica les permitía también trepar a los árboles vecinos sin tener que descender al piso del bosque.

Los científicos llegaron a estas conclusiones luego de pasar un año observando los movimientos

de los orangutanes de Sumatra. Los simios de esta región son la única especie que pasa toda su vida en los árboles. Las filmaciones de cerca de 3.000 movimientos de los animales mostraron que siempre caminaban en dos patas para llegar hasta las ramas más alejadas de los árboles y que sólo usaban sus brazos para mantener el equilibrio.

El profesor Crompton precisó que este tipo de habilidades deben haber beneficiado enormemente a los primeros ancestros hace entre 5 y 24 millones de años, cuando el este y centro de Africa experimentó dramáticos ciclos climáticos y los bosques primero se espesaron y luego murieron.

"A medida que los bosques se fueron haciendo escasos, la estrategia de nuestros ancestros humanos se basó mayormente en abandonar las copas de los árboles y bajar al suelo, en donde podían usar de inmediato este rasgo de bípedos para moverse por el lugar" explicó Crompton.

Carol Ward, paleoantropóloga de la Universidad de Missouri-Columbia, opinó que este estudio modificó de manera considerable nuestra visión sobre los ancestros de los seres humanos.

"Toda nuestra percepción de la evolución humana incluyó siempre esta fase de los ancestros similares a chimpancés que caminaban sobre sus nudillos pero esto ahora nos está diciendo que la

trayectoria de los cambios que desembocaron en los humanos no tuvo esas características" dijo Ward. Otros investigadores se mostraron más escépticos.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Científicos de frontera

El programa de la 2 "Científicos de frontera" que emiten los domingos por la noche a las 11:30 es un muy recomendable programa de entrevistas a algunos de los mejores científicos del momento: Mariano Barbacid, referente internacional de la investigación biomédica que descubrió el primer gen humano mutado capaz de causar cáncer(oncogen);el físico Richard Zare que investigó la existencia de vida en un meteorito de Marte, el transporte de moléculas de fármaco en la célula y que ha inventado una técnica para ver moléculas mientras interaccionan unas con otras; el físico español Ignacio Cirac que estudia el fundamento de los futruros computadores cuánticos y que explica entre otras cosas su importancia en la desencriptación de los códigos secretos militares o bancarios,etc. El pasado domingo la entrevista fue al biólogo Jordi Bascompté que explica cómo las matemáticas pueden contribuir a preservar los ecosistemas ya que es pionero internacional en la aplicación de modelos matemáticos a la investigación ecológica.
Aquí tenéis el enlace para ver esta última entrevista: http://www.rtve.es/mediateca/videos/20101206/cientificos-frontera---jordi-bascompte/953736.shtml
Podéis verlas todas, o la que más os interese en la web de rtve.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Nuevos planetas

REPORTAJE: Vida & Artes

500 mundos cercanos, ninguno como la Tierra

La búsqueda de planetas extrasolares da pasos acelerados y abre una nueva ventana al universo - Conocer más cuerpos en torno a otras estrellas ayuda a averiguar cómo se formó el sistema solar

ALICIA RIVERA 06/12/2010

La búsqueda de planetas extrasolares da pasos acelerados y abre una nueva ventana al universo - Conocer más cuerpos en torno a otras estrellas ayuda a averiguar cómo se formó el sistema solar

En el universo, en torno a estrellas como el Sol, o más grandes, o más pequeñas, o más viejas, o más jóvenes..., debe haber millones de mundos. Se han encontrado ya más de medio millar y la lista crece a un ritmo frenético. Los descubrimientos empezaron hace pocos años y el alcance de los telescopios y de las técnicas de observación son aún limitados, pero mejoran de modo espectacular. Y las perspectivas son enormes: puede haber planetas en órbita en un tercio o incluso en la mitad de las estrellas, aunque esta sea una estimación muy especulativa, advierten los científicos.

¿Habrá planetas como la Tierra? ¿Serán habitables? Los científicos intentan contestar estas preguntas obvias, pero todavía no están en condiciones de hacerlo. De momento ni siquiera ven esos otros planetas, en la inmensa mayoría de los casos, sino que deducen su presencia indirectamente.

"Si nuestra galaxia fuera una ciudad de tipo medio, la zona en la que estamos encontrando exoplanetas sería nuestro propio bloque de viviendas y el más cercano (a 10 años luz de la Tierra) estaría en nuestro descansillo", explica Ignasi Ribas, del CSIC y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña. Con el símil, Ribas pone en perspectiva el territorio de esta cacería científica de objetos celestes que se parezcan más o menos a nuestro mundo, aunque a esta altura "hemos aprendido ya a llevarnos una sorpresa tras otra en el campo de los planetas extrasolares", dice Carlos Eiroa, astrónomo de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Las distancias reales son abrumadoras y la comparación de la ciudad y la casa se agradece para digerir el hecho de que los 505 planetas extrasolares descubiertos están en un radio de unos pocos centenares de años luz a nuestro alrededor, y la Vía Láctea, con 300.000 millones de estrellas, tiene un diámetro de 100.000 años luz. Por cierto, hay cientos de millones de galaxias en el universo.

La cacería está siendo un éxito, hasta el punto de que, en 15 años, se ha pasado de conocer solo los ocho planetas que giran en torno al Sol (entonces nueve, porque Plutón se consideraba planeta de pleno derecho) a 505. Y, como buena cacería, la competición por obtener más presas -planetas- y más interesantes es feroz, sobre todo entre dos familias de astrónomos, una estadounidense, liderada por Geoff Marcy, y otra europea, con Michael Mayor a la cabeza. Esta última, por cierto, lleva últimamente la delantera.

Los exoplanetas tienen algo especial en la cultura y la imaginación social, incluidos los astrónomos. Es algo que toca una fibra sensible de la gente: "Todos nos preguntamos si estamos solos, y la astrofísica intenta responder a esta cuestión, pero estamos dando solo los primeros pasos", dice Eva Villaver, de la UAM.

"Creo que toda la comunidad astronómica estaba convencida, antes de que se descubrieran, de que debían existir planetas en torno a otras estrellas", apunta Benjamín Montesinos, del Centro de Astrobiología. "Era pretencioso pensar que nuestro sistema planetario fuera único, así que era cuestión de tiempo el descubrirlos, y sucedió cuando las técnicas de detección y análisis estuvieron suficientemente pulidas", añade.

El gran ¡eureka! planetario, en 1995, fue del suizo Mayor (Observatorio de Ginebra), trabajando con su entonces joven discípulo Didier Queloz. Ellos pusieron a punto un método sutil para notar la presencia de un cuerpo en órbita de una estrella similar al Sol, y triunfaron con el descubrimiento de 51 Pegasi b, un planeta grande, como Júpiter, girando alrededor de una estrella -y muy cerca de ella- que está a una distancia de unos 42 años luz de la Tierra.

Tres años antes se habían detectado tres cuerpos en órbita de un pulsar (un remanente de estrella muerta) y se consideran más bien precursores peculiares, dando la primicia a Mayor y Queloz.

Su hallazgo despertó enorme interés y voló la imaginación buscando mundos como el nuestro -y, a ser posible, con vida extraterrestre- alimentada, a veces, por términos que para los científicos no tiene el significado corriente. "Hay que tener mucho cuidado para no confundir a la gente", advierte Montesinos. "Por ejemplo, cuando usamos la definición de zona habitable alrededor de una estrella, nos referimos a un conjunto de órbitas en las cuales un planeta similar al nuestro, rocoso y con atmósfera, podría tener agua líquida, que los biólogos consideran solvente indispensable para la formación de la vida, en nuestro caso". De momento, ni siquiera se ha descubierto un planeta como la Tierra (el menor tiene una masa varias veces superior), y la vida exige más condiciones que el agua. Así que de identificar habitable con lugar al que viajar, nada de nada, por mucho tiempo.

"Cuando uno tiene pocos ejemplos, y en el caso de nuestro sistema solar era un ejemplo único, tiendes a pensar que todos los demás serán más o menos iguales; pero no, con los exoplanetas estamos descubriendo la enorme variedad de la naturaleza, porque son muy distintos", explica Ribas. "La verdad es que, hasta ahora, clones de nuestro sistema solar no hemos encontrado ninguno, así que no sabemos cómo es de común este modelo de sistema planetario", añade.

El nombre del primer exoplaneta, 51 Pegasi b, como todos los demás, es escuetamente técnico, tal vez, como dice Mayor, "porque no puedo bautizar de otro modo algo que no veo".

Solo una docena de planetas extrasolares han sido vistos directamente y aparecen en las fotografías como un puntito tenue. El resto se ha detectado por métodos indirectos. El más común consiste en medir en la estrella el efecto de la interacción gravitatoria que tiene con el planeta. Una forma de entenderlo es imaginando una persona adulta que hace girar a su alrededor a un niño muy pequeño sujetándole por las manos: de lejos no se distinguirá al niño, pero de su existencia informa el bamboleo del adulto al darle vueltas. Los tamaños no se ajustan ni de lejos a la realidad de las observaciones de los astrónomos, pero el adulto es la estrella y el niño, el planeta que no se ve. "Júpiter induce en el Sol un cambio de su velocidad de 13 metros por segundo", explica Eiroa.

Otra técnica se denomina de tránsito, que es como un minieclipse en el que el planeta se cruza por delante de la estrella en la línea de visión del telescopio terrestre, provocando un mínimo oscurecimiento del astro. "El tránsito de un planeta tipo Júpiter produce una disminución del brillo de la estrella del orden del 1%", explica Eiroa. Y aun así se puede medir con las técnicas actuales. Pero si el planeta es mucho más pequeño, como la Tierra, "la disminución del brillo de la estrella es en torno a 0,01% y eso no lo podemos apreciar aún desde observatorios terrestres, aunque no podemos excluir que pronto haya una noticia en este sentido desde telescopios espaciales", añade.

¿Tan difícil es verlos directamente? "Es como intentar fotografiar una bombilla de un árbol de navidad que está encendida junto a cinco estadios de fútbol de primera división iluminados", responde Montesinos. Lo que se hace es intentar tapar la estrella en el telescopio con una máscara, o restar luz al astro en el detector, pero aun así solo se ven, de momento, algunos casos especiales, como planetas grandes en torno a estrellas de poco brillo intrínseco.

Estas dificultades de observación tienen mucho que ver en el extraño zoológico de exoplanetas encontrados. "Estamos limitados por las técnicas de detección, que son sensibles, sobre todo, a los planetas grandes que están cerca de su estrella, porque así esta se agita mucho", dice Villaver. Pero se estudian características físicas y químicas de estos cuerpos y sus sistemas planetarios (se han hallado más de medio centenar). En algunos casos, los astrónomos incluso aprecian la existencia de atmósfera en un planeta y, analizando en su luz las firmas químicas, deducen su composición.

Si alguien pensó en apuntar los telescopios para dar con sistemas como el solar y planetas como la Tierra, a estas alturas puede decir que ha visto casi de todo menos esos dos ejemplos. Estrellas mucho más masivas que el Sol, similares, enanas blancas, gigantes rojas... todas ellas pueden, al parecer, tener planetas (rocosos o gaseosos). La mayoría de ellos son enormes, como Júpiter o más, y están tan cerca de su estrella que deben ser infiernos.

La investigación de esos mundos tiene interés científico por partida doble: por un lado, se trata de conocer el universo en sí mismo, como sea, y por otro, de averiguar, por comparación, qué procesos originaron el sistema solar hace unos 4.500 millones de años, seguramente a partir de un disco de materia suelta.

"Hasta ahora, los exoplanetas más pequeños que se han visto son las llamadas supertierras, de unas cinco veces la masa del nuestro, pero posiblemente dentro de poco tengamos algún candidato de exoplaneta similar a la Tierra", dice Eiroa. En los observatorios espaciales -los actuales y, sobre todo, los futuros- se pone mucha esperanza por su gran resolución y la posibilidad de que observen en el infrarrojo adecuado para ver objetos fríos como los planetas. Pero también los telescopios terrestres tendrán algo que decir. "Con el gigante europeo E-ELT posiblemente se puedan detectar directamente planetas tipo Júpiter alrededor de estrellas tipo Sol", dice Eiroa. Para ver una foto de un exoplaneta con resolución espacial, como se fotografía ahora Neptuno o Júpiter, habrá que esperar bastante tiempo.

En cuanto a encontrar en esos mundos condiciones de vida y, tal vez, ejemplos de ella, primero hay que dar con los habitables. Pero no bastará: "Para saber si un planeta alberga algún tipo de actividad biológica debemos estudiarlo de forma directa: detectarlo directamente y, después, sacar análisis de su luz que nos revelen las propiedades físico-químicas de la atmósfera", concluye Eiroa. "A partir de ahí, podríamos deducir si esa atmósfera está modulada por la existencia de vida en el planeta".

Exoplanetas en cifras

- De los 505 planetas extrasolares descubiertos hasta ahora, 470 se han detectado indirectamente por el bamboleo que inducen en su estrella; 395 forman sistemas planetarios, y 47 son múltiples (de más de dos cuerpos en órbita del astro).

- Uno de los exoplanetas más peculiar es HIP 13044 b, que gira en torno a una estrella originaria de otra galaxia vecina y que acabó en la Vía Láctea tras una colisión entre ambas. Es algo mayor que Júpiter y su estrella ha pasado ya la fase de gigante roja.

- El primer planeta extrasolar descubierto (1995) alrededor de una estrella como el Sol fue 51 pegasi b y, pese a ser tan grande como Júpiter, gira muy cerca de su estrella, más próximo aún que Mercurio del Sol, por lo que clasificó después como un 'Júpiter caliente'.

- Hasta ahora no se ha identificado un sistema planetario como el solar, con planetas rocosos en sus órbitas inferiores y gaseosos en las exteriores.

- El planeta extraterrestre más pequeño detectado hasta ahora tiene un diámetro ligeramente inferior al terrestre, se llama COROT-Exo-7b y da una vuelta a su estrella cada 20 horas y tan cerca de ella que su temperatura estimada ronda los 1.000 o 1.500 grados centígrados.

- Se denominan supertierras los planetas, presumiblemente rocosos, que tienen una masa comprendida entre dos y seis veces la de la Tierra.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿La evolucion continua?

Si el ser humano no acaba por colapsar el planeta, seguiremos evolucionando. Existe en cambio un viejo dilema al respecto, que enfrenta a quienes defienden que nuestra especie, el Homo sapiens, es la última y definitiva del proceso de evolución y quienes apuestan por que tendremos, en un lejano futuro, un nuevo aspecto físico.

Muchos de los estudiosos de la evolución creen que somos la especie cumbre del proceso que iniciamos hace millones de años: “La actual especie humana es una especie definitiva… Manipulamos el entorno para no tener que cambiar nosotros: evolucionamos culturalmente para no tener que hacerlo biológicamente”, asegura Jaume Bertranpetit, de la Universidad de Barcelona. Su opinión es respaldada por otro experto español, Eudald Carbonell, uno de los implicados en los descubrimientos de Atapuerca: “El Homo sapiens es el final de una rama de la evolución. Después de nosotros no habrá ningún homínido más.

Ahora posicionemonos en el otro lado, el ser humano sigue evolucionando, ¿como? ¿cual seria el aspecto y caracteristicas del ser humano del futuro?